viernes, 24 de abril de 2009

Las contraindicaciones gástricas de la petulancia

Me cuenta un amigo que los periodistas anglosajones son así -agresivos, desafiantes, insolentes- para provocar al político de turno. Yo a eso lo llamo arrogancia y, en mi opinión, lo único que provoca son ganas de vomitar.
Ladeaba la cabeza ligeramente como un pavo encrespado mientras se paseaba por la sala de periodistas. Aquel reportero, de alguna revista importante de UK o USA., impostó su mejor acento anglosajón mientras hablaba por su móvil. Su mirada denotaba un deje de condescendiente con los plebeyos allí presentes. Sólo le faltaba una peluca y un poco de maquillaje para emular a los cortesanos de la corte de Luis XVI.
Su rostro era bien elocuente: "No me importan los líderes asiáticos que aquí haya. Yo soy el verdadero rey, lo que yo diga va a misa".
Salió el viceprimer ministro tailandés a explicar cómo los manifestantes habían podido irrumpir en la cumbre asiática, que tuvo que ser suspendida. Pues al otro plumilla engreído no se le ocurre otra cosa que pedirle la dimisión. No. No le preguntó si iba a dimitir: se lo ordenó.
Yo pensaba que los occidentales habíamos abandonado los aires de superioridad colonialistas, pero hay algunos que se resisten. ¡Mierda de neocolonialismo!

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