jueves, 30 de abril de 2009

Los laosianos prefieren la carne de ardilla

La laosianos prefieren la carne de rana, ardilla o topo a la de otros animales más convencionales como el pollo y el cerdo, no a causa de la crisis económica sino porque prefieren su sabor.
Los platos de ardilla o topo son una "delicatessen" que no están al alcance de todos. La caza de estos roedores se limita a los meses secos, entre septiembre y mayo. Me contaba una de las vendedoras que las ardillas son difíciles de cazar, porque sólo utilizan tirachinas para no dañar sus diminutos cuerpos.
Por la mañana temprano, los agricultores de las aldeas cercanas instalan sus puestos en el suelo o sobre sencillas mesas de madera en las calles de Luang Pragang, en el norte de Laos. En el mercado, situado entre templos budistas y sencillos edificios de estilo colonial, se mezclan los acentos de una amplia diversidad de etnias procedentes de la sierras cercanas a Luang Prabang: hmong, khamu, lua o shan.
Me sorprendió ver con la naturalidad con que los locales manipulan las piezas de ardilla y topos expuestos. No podía despojarme del prejuicio que me impide ver con igual turbación, cuando se trocea una gallina o una pata de cerdo.
El precio de las ardillas y los topos oscila entre los 10.000 kip (1,16 dólares) y los 40.000 kip (4,65 dólares), una cantidad considerable teniendo en cuenta que el kilogramo de arroz, el alimento básico del país, cuesta 4.500 kip.
Resultaba muy agradable pasear por la mañana, el único momento en el que remitía el calor, entre los coloridos puestos. Este mismo lugar, cambia radicalmente durante la noche cuando es ocupado por puestos de ropa, cerámicas y todo tipo de recuerdos.
Me advertían de que el topo y la ardilla no se encuentran en los restaurantes. Es un bocado silvestre que sólo se vende en los mercados. La mejor forma de probarlo es acompañado con arroz aglutinado o pegajoso.


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