viernes, 24 de abril de 2009

La modelo asesinada y los submarinos hispanofranceses

Una modelo e intérpretre asesinada por los escoltas del primer ministro de Malasia, un país del Sudeste Asiático. Su cuerpo fue descuartizado con explosivos. La bella modelo, originaria de Mongolia, había trabajado de intérprete en la venta de dos submarinos hispanofranceses al Gobierno malasio. No se trata del siniestro argumento de una novela policíaca, sino de un caso real de poder, ambición y sexo.
Un tribunal malasio condenó a principio de este mes a dos ex escoltas del actual primer ministro malasio, Najib Tun Razak, a la pena capital por el asesinato de la modelo mongol Altantuya Shaariibuu en octubre de 2006. El juez no ha podido determinar quién dio la orden para el asesinato de la joven, que entonces tenía 28 años. Durante la vista, un asesor de Najib, que entonces era viceprimer ministro, admitió que había mantenido una aventura con la modelo, que hablaba varios idiomas. Razak Baginda fue absuelto y se marchó precipitadamente a Londres a estudiar un máster.



Foto de la modelo mongol asesinada

El juicio no hizo más que arrojar más sombras sobre el caso de asesinato, que quedó sin resolver. Sobre todo dudas sobre la implicación del actual primer ministro en este caso o quién les ofreció entre 20.000 y 10.000 euros por matarla.
Altantuya fue contratada en la venta a Malasia de dos submarinos construidos conjuntamente por Francia y España. Según algunos medios malasios, la operación ascendió a 1.000 millones de euros, de los que 114 millones fueron desviados a una empresa de Razak Baginda en concepto de "comisiones".
Razak, que había regalado miles de dólares a la modelo mongol, decidió terminar con la relación. Pero Altantuya no se conformó con la ruptura y viajó a Kuala Lumpur para reclamar 500.000 dólares que, según ella, le habían prometido.
En una carta encontrada tras su muerte escribió:

"Ver a tu amante no es un crimen, ¿no? Sí, estaba conmocionada. Le escribí algunas cartas donde le decía que me mataría a mí misma, que quería ayuda. Sí, traté de chantajearle. Quizá fue mi culpa pero yo no podía entender que él ya no me amaba. El me prometió dinero. Me mintió para arruinar mi vida. Vine a Kuala Lumpur para verle cara a cara y preguntarle por qué actuaba así. Igual él es rico. Ellos dicen que Malasia es diferente de Mongolia y dicen que conocen a gente en la Policía que me pueden llevar a la cárcel. No puedo quejarme si la ley funciona así en Malasia. Pero es verdad que no le he hecho nada. Soy simplemente una chica normal que trata de encontrarse con su amante, quien me mintió y me prometió muchas cosas pero ahora quiere ponerme en la cárcel o matarme".

Según la declaración de los policías acusados de su asesinato, Altantuya fue secuestrada cuando se encontraba frente a la vivienda de Baginda, quien estaba casado y con hijos. En medio de un escándalo, le reclamaba una importante suma de dinero.
Sus asesinos afirmaron ante el tribunal que la intérprete, que estaba embarazada, suplicó por su vida y la de su bebé. Tras descerrajarle dos tiros, le colocaron explosivos en la ingle y volaron su cuerpo en un bosque cerca de Kuala Lumpur.
Mientras que el entorno del antiguo asesor del primer ministro describían a la modelo mogol como una ambiciosa y bella mujer sin escrúpulos, su familia afirma que era una joven trabajadora y con aspiraciones.
En varias ocasiones, parecía que el tribunal actuaba para ocultar verdades incómodas, más que para averiguar la verdad.
Una prima de la modelo aseguró haber visto una foto donde Altantuya aparecía junto al entonces viceprimer ministro y su asesor. Su testimonio fue desestimado y nunca volvió a aparecer en el juzgado. La mujer de Razak Baginda gritó una vez a las puertas de la corte que por qué era juzgado su marido si él no aspiraba a convertirse en jefe del Gobierno. Nunca se inició una pesquisa para averiguar qué quería decir.
Un detective privado contratado por Razak, P. Balasubramaniam, declaró que su cliente le había contado que Altantuya también había sido amante del entonces viceprimer ministro, que le gustaba el sexo anal y que era importante mantenerla bajo control. Al poco tiempo, el detective se retracto de su testimonio en una comisaria y desapareció junto con su familia.
El pago de "comisiones" -dígase sobornos- es una costumbre corriente en algunos países asiáticos. Del presente caso se deduce que Navantia, la empresa española que participó en la fabricación de los submarinos, pagó "comisiones". Lo que no sería un hecho extraordinario, si aquella operación no fuera el prólogo del asesinato de una joven de 28 años. De ella sólo quedaron algunos huesos, que fueron expuestos durante todo el juicio. Imagino que muchos respirarán con alivio ahora que el caso está cerrado y aquellos huesos serán devueltos a la familia de Altantuya.

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