jueves, 31 de marzo de 2011

El Mercado de la Muerte

Los trenes atraen a los vendedores ambulantes y es común que los mercados se instalen cerca de las vías. Un peculiar bazar de Tailandia se diferencia porque los tenderetes se encuentran literalmente sobre los raíles del tren. Cuando el silbido metálico anuncia la llegada de la locomotora, los vendedores retiran, raudos pero con calma, los toldos y las cestas con plátanos o pescados. El tren pasa rozando a los clientes y turistas apoyados en los puestos de abastos. Este peculiar bazar se encuentra en la localidad de Maeklong, a unos 70 kilómetros al suroeste de Bangkok. Para llegar a este "Mercado de la Muerte", como lo llaman los lugareños, se puede tomar una furgoneta desde Victory Monument en la capital tailandesa. Aunque hay otra un viaje más romántico, de tres horas, a través de campos de arroz, un río y varias aldeas. En este caso hay que coger el tren en la estación de tren de Wongwien Yai en Thonburi. Luego, hay que cambiar de tren y cruzar el río en una barcaza, pero todo sale por 25 bat (casi un dólar o poco más de medio euro)




Thai Death Market

Trains attract hawkers and many markets are located nearby the railways. A singular bazaar in Thailand is different because the goods are literally on top of the train rails. When the metallic whistle announces the train, the vendors remove, fast and calmly, the awnings and the baskets with bananas or fish. The train passes by pretty close to the vendors, clients and tourists leaning against the stalls. This peculiar bazaar is located in Maeklong city, 70 kilometers south of Bangkok. To reach this “Death Market”, as many locals call it, you can take a van from Victory Monument in the Thai capital. However, there is a more romantic three hours trip, through paddy fields, a river and several villages. In this case, you must take a train in Wongwien Yai station in Thonburi. Later, you need to change to another train and cross the river in a small boat. All the trip costs 25 baht (almost one US dollar or little more than 50 cents of euro)

miércoles, 16 de marzo de 2011

Una niña feliz

No me sorprendió demasiado la mata de pelo que le cubría por completo la cara como a un lobo. Lo que me maravilla gratamente es que Supatra Sasuphan dice que es feliz tal como es, se siente querida por su familia y tiene muchos amigos en el colegio. También ha entrado en el Libro Guiness de los Récord como la chica más peluda del mundo. Aunque de pequeña era el centro de las burlas de algunos desaprensivos, Supatra afirma sentirse orgullosa del récord conseguido y más querida que nunca en su pueblo. Tailandia ha vuelto a hacer gala de su tolerancia (o al menos indiferencia) budista.

Sus padres cobra una "donación" por entrevista, así que la niña se ha convertido en una fuente de ingresos para la familia. De todas formas, nadie le iba a evitar salir en todos los medios de comunicación.




A HAPPY GIRL

I was not so surprised because of the hair covering her face like a wolf. But it is extraordinary that Supatra Sasuphan says she is happy, feels loved by her family and has many friends at school. She also has entered the Record Guinness Books as the hairiest girl in the world. Even though when she was young some kids used to tease her around, Supansa says she is happy with the record and have a lot of friends. Thailand seems to show its Buddhist tolerance (or at least indifference).

Her parents ask for a "donation" per interview, so she is another breadwinner in the family. Anyway, no one could have stopped the media frenzy about her...

miércoles, 2 de marzo de 2011

Las prostitutas van a la escuela

En barrio rojo de Patpong, en Bangkok, uno espera encontrarse de todo menos una escuela. Encima del local de alterne "Super Pussy" (Super coño), medio centenar de prostitutas atienden a una clase sobre el Día Internacional de la Mujer. También aprenden idiomas, cocina o baile.
"¿Quién sabe el origen de esta fecha", dice Chantawipa Apisuk "Noi", la fundadora de Empower, una ONG que defiende la dignidad de la profesión más antigua del mundo. Las alumnas, atentas y educadas, se miran entre sí, hasta que una levanta la mano y responde.
Me recibieron con una caja con cien condones y un vaso de agua. Al rato, entablé una conversación con una de las trabajadoras sexuales de Patpong. Se fijó en una pulsera que yo llevaba, las que suelen regalar en los templos, y me contó que le gustaba practicar meditación.
A diferencia de otras organizaciones que pretenden apartar a las mujeres de la prostitución, Empower quiere que las prostitutas pueden realizar su trabajo en condiciones laborales e higiénicas dignas. La ONG nació en los años 80, cuando el sida hacía estragos en Tailandia, con campañas para fomentar el uso del condón.
"Noi", una mujer pequeña y enérgica, asegura que comenzó a trabajar con prostitutas como podía haberlo hecho con cualquier otro colectivo discriminado.
Empower no pide los derechos laborales que las prostitutas disfrutan en Holanda, porque en cualquier caso tendrían que pedirlos para el 90 por ciento de los tailandeses vive sin cobertura de ningún tipo. "En Tailandia, sólo contribuyen a la seguridad social un diez por ciento de la población".
"Noi" (pequeña en tailandés) se enorgullece del camino recorrido. Su ONG ha pasado de ser considerada una tapadera para la prostitución a ser invitada a conferencias internacionales sobre el sida o el tráfico de personas.
Ningunas de las prostitutas en Empower admitieron que no están orgullosas de lo que hacían, pero tampoco se amedrentan ante tópicos moralistas. Su eslogan: "Las buenas chinas van al cielo, las malas van donde quieren".  






Sex workers go to the school


In Bangkok's main red-light district, Patpong, I hoped to find anything but a school. On top of the girl bar “Super Pussy,” around 50 sex workers attend a class about the International Women´s Day. They also learn languages, cooking or dancing.
“Who knows the origin of this date?," says Chantawipa Apisuk “Noi”, founder of Empower, an NGO that fights for the dignity of the known as the oldest profession in human history. The students, attentive and considerate, look at each other until one of them raises her hand and answers.
As soon as I crossed the door, one of the girls gave me a glass of water and a box with around 100 condoms. Later, I spoke with one of the Patpong sexual workers. She looked at my bracelet, which I got in a Temple, and told me that she likes to go to practice meditation.
Contrary to other organizations that want to stop prostitution, Empower advocates for them to work in a good and healthy environment. The NGO was founded in the 80´s, when aids was striking Thailand, to advocate condom use.
Noi, a small and vibrant woman, says that she started working with sex workers as she could have done with any other discriminated group.
Empower does not ask for the same rights that prostitutes have in Holland, where they have social security. In Thailand, not many enjoy fully social coverage. “In Thailand, only 10 percent of the population contributes to the social security system”.
Noi ("little" in Thai) is proud of the path she has walked. At first, no one paid attention or took Empower seriously, but now she is invited to international conferences on aids or human trafficking all over the world.
No prostitute in Empower told me they were proud of their job, but they were not intimidated either because of morals. Their slogan: “Good girls go to heaven, bad girls go anywhere”