sábado, 4 de diciembre de 2010

La ciudad de los monos

En una ciudad de Tailandia, existe algo así como un zoológico al revés. Mientras los humanos viven tras los barrotes, miles de monos disfrutan de una libertad total o libertinaje, que dirían algunos. Estos traviesos macacos no paran de hacer de las suyas -el mono- con total impunidad. Aún así, los locales los veneran y todos los años los agasajan con un gran banquete con toneladas de frutas, verduras y golosinas.
El cuartel general de los macacos se encuentra un templo más antiguo de la ciudad de Lopburi, situada a unas dos horas en coche al norte de Bangkok. Nuestros parientes lejanos comparten este templo jemer del siglo X con una familia de tímidos murciélagos. Los demás somos invitados.
Según el poema épico "Ramakian", la versión tailandesa del "Ramayama" indio, el dios-mono Hanuman fundó Lopburi y los macacos son descendientes suyos. Por este motivo, y para atraer turistas, los lugareños le regalan un espléndido festín el último domingo de noviembre.
Los simpáticos monos, sobre todo los más jóvenes, se lo pasan en grande escalando sobre los visitantes, mordiéndoles el pelo o buscando comida o cosas brillantes en los bolsos y bolsillos. Algunos hasta se asoman con descaro bajo las faldas femeninas. Menos mal que estos aristócratas de sangre divina no tienen derecho de pernada.





The monkeys' city

In a Thai city there is a kind of zoo where humans are the ones jailed behind bars. Thousands of long-tail macaques are completely free, maybe too much. These naughty monkeys do not ever stop harassing visitors with complete impunity. However, locals venerate them and every year offer them a huge banquet with tonnes of fruits, vegetables and sweets.
The macaques´ headquarters are in the oldest temple of Lopburi, located two hours or so north of Bangkok. Our far cousins share this Khmer temple built in the 10th century with a family of shy bats. All the rest are only guests.
According to the epic poem “Ramakian,” the Thai version of the Indian “Ramayana”, the monkey-god Hanuman funded Lopburi and the macaques are his descendants. For this reason, and to attract tourists, the neighbors offer them a splendid banquet on the last Sunday of November.
The funny monkeys, mainly the youngest ones, have a great time jumping on people, biting their hair or searching in their bags and pockets for food or sparkling things. Some even dare to peep under the ladys' skirts. It´s a relief that these divine-blood aristocrats do not enjoy the “primae noctis.”

sábado, 13 de noviembre de 2010

Aung San Suu Kyi, una pacifista temida por los militares birmanos

La líder opositora y nobel de la paz Aung San Suu Kyi ha sido liberada por las autoridades de Myanmar (antigua Birmania), tras pasar bajo arresto domiciliario 15 de los últimos 21 años por defender reformas democráticas ante la Junta Militar.
Paradójicamente, la liberación de Suu Kyi, de 65 años, se ha producido una semana más tarde de las primeras elecciones en dos décadas, ganadas por los mismos generales que recientemente cambiaron el uniforme por las ropas de civil.
La nobel de la paz pidió a los birmanos que se abstuvieran en los comicios, diseñados para perpetuar el poder de los militares que gobiernan Birmania desde el golpe de Estado de 1962.
El proceso también fue criticado por la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea por su falta de transparencia y el hecho de haber sido celebrado con 2.100 prisioneros políticos en las cárceles o bajo arresto domiciliario.
De apariencia frágil, el linaje y el carisma personal de Suu Kyi la han convertido en el símbolo de la democracia en Birmania y su poder de movilización se ha mantenido intacto en dos décadas a pesar de su aislamiento.
Una ferviente defensora de la no violencia de Mahatma Ghandi y budista devota que practica meditación a diario, Suu Kyi es la piedra en el zapato de la cúpula militar.
El general Than Swe, el jefe de la Junta Militar y verdadero hombre fuerte del régimen a pesar de las elecciones, tiene prohibido que pronuncien el nombre de Aung San Suu Kyi en su presencia y se refiere a ella como "La Dama".
Muchos recuerdan los discursos a favor de la democracia y la reconciliación nacional de esta mujer sobria, vestida con el típico "longui" birmano y una flor en el cabello ante miles de personas.
En 1989, llegó a abrirse paso entre un pelotón de soldados, quienes no se atrevieron a disparar contra la hija del héroe de la independencia británica, Aung San.
"No es el poder lo que corrompe, sino el miedo. El miedo a perder el poder", dijo Suu Kyi un año antes de recibir el Nobel de la Paz en 1991.
Nacida el 19 de junio de 1945, abandonó su país a los quince años con destino a la India, donde su madre, Khin Kyi, ocupaba el cargo de embajadora.
La joven Suu Kyi se mudó en los años 60 a la ciudad universitaria británica de Oxford para cursar Filosofía, Economía y Política, aunque nunca obtuvo resultados brillantes y llegaron a rechazar su tesis doctoral.
Allí conoció al que se convertiría en su marido, Michael Aris, con el que tuvo dos hijos: Alexander (1973) y Kim (1977).
Tras un periodo de trabajo y estudios en Japón y Bután, Suu Kyi regresó a Birmania en 1988 para cuidar a su anciana y enferma madre.
El país vivía aquel verano una revuelta popular, provocada por los problemas económicos que padecía tras más de 30 años de dictadura socialista bajo el general Ne Win.
Durante sus años en Oxford, Suu Kyi llegó a omitir en un libro sobre Birmania los aspectos más controvertidos del férreo régimen militar, pero una década más adelante se puso frente al movimiento a favor de la democracia, por el que sacrificaría su libertad.
El régimen respondió con la fuerza bruta a las multitudinarias protestas, asesinando a más de 3.000 manifestantes en las calles de Rangún.
En 1989, los uniformados pusieron bajo arresto domiciliario a Suu kyi, pero no pudieron contener el ímpetu popular y al año siguiente se vieron obligados a convocar elecciones generales.
La Liga Nacional para la Democracia (LND) liderada por Suu Kyi ganó por amplia mayoría los comicios, cuyos resultados nunca fueron acatados por la Junta.
"Utilizad vuestra libertad para promocionar la nuestra", decía el discurso de "La Dama" leído en su ausencia en la ceremonia de los Premios Nobel en Oslo.
Suu Kyi, que ha padecido problemas de salud debido a varias huelgas de hambre, también inspiró a los monjes y estudiantes de las manifestaciones reprimidas brutalmente en 2007.
Sin teléfono ni Internet y con las visitas controladas, Suu Kyi ha aprovechado sus años de confinamiento a estudiar, tocar el piano y mejorar su francés y japonés.
Quienes la conocen a fondo, destacan su sentido del humor, que quizá le haya ayudado a sobrellevar el aislamiento en su casa, junto al lago Inya en Rangún.
Tras su primer periodo bajo arresto, la Junta Militar impidió a Suu Kyi despedirse de su marido moribundo, que murió en 1999 de un cáncer de próstata a miles de kilómetros de distancia en Londres.
No ha podido ver a sus hijos en diez años y, aunque los generales le tendieron un puente de plata para que se marchara el exilio, ella prefirió sacrificar su familia y su libertad en aras de la democracia.
"Cuando me uní al movimiento democrático hice algunas promesas. Una de ellas es que no abandonaré hasta haber conseguido nuestro objetivo", es una de las frases que explican el tesón de esta mujer, incluso en la adversidad.
Recobrada su libertad, Suu Kyi tendrá que poner orden en la oposición, dividida después de que una escisión de la LND decidiera participar en las elecciones.
En cualquier caso, la venerada "Dama" seguirá siendo la última esperanza de millones de birmanos, incluidas las víctimas de los conflictos étnicos que desgarran las fronteras del país desde hace décadas.
El futuro dirá que Suu Kyi se acercará más a la utopía de Mahatma Gandhi o al pragmatismo de Nelson Mandela. 





Aung San Suu Kyi, a pacifist feared by the Burmese military

Dissident and Peace Nobel Prize laureate Aung San Suu Kyi has been freed by the military junta of Myanmar (formerly Burma), after being under house arrest for 15 of the last 21 years for advocating for democratic reforms. Her liberation arrives a week after the first elections in two decades, won by the same generals that swap their uniforms for civil clothes. The 65-year-old Nobel winner requested the Burmese people to boycott the voting, designed to perpetuate the power of the military that rule the country since 1962. The process was also criticized by the UN, the United States and the European Union for its lack of transparency and due to the 2,100 political prisoners in jail or under house arrest.
Despite her fragile appearance, Suu Kyi's lineage and charisma converted her into the symbol of democracy, and her power to mobilize the crowds is stunning. Influenced by Gandhi´s philosophy of non-violence and a devout Buddhist, she is a pin on the military´s neck. General Than Shwe, the military junta chief and the actual strong man in the regime, has prohibited her name to be pronounced in his presence and calls her the “Lady”.
Many still remember Suu Kyi´s speeches in favor of democracy and national reconciliation, dressed with the typical Burmese “longui” and with a flower in the hair, before thousands of people. In 1989, she walked through a military cordon, but the soldiers did not dare to shoot the daughter of Aung San, the independence hero. "It is not power that corrupts, but fear. Fear of losing power corrupts,” Suu Kyi said a year before receiving the Peace Nobel Prize in 1991.
Born in Yangon in 1945, when she was 15 years old she moved to India, where her mother was the ambassador for Burma. In the 60´s, Suu Kyi went to Oxford where she studied Philosophy, Economics and Politics, though she never got great marks and even her thesis was rejected. At the University of Oxford, she met her future husband, Michael Aris. They had two sons: Alexander (1973) and Kim (1977). After working and studying in Japan and Bhutan, Suu Kyi went back to Burma in 1988 to take care of her ailing mother. That year, the country was witnessing a popular revolt against the economic problems created by more than 30 years of socialist dictatorship under general Ne Win.
During her years at Oxford, Suu Kyi wrote a book about Burma without citing the plight of the people under the military regime, but a decade later she did not hesitate to lead the democratic movement, even to sacrifice her liberty. The regime reacted brutally to the demonstrations, killing at least 3.000 protesters in the streets of Yangon. In 1989, the military put Suu Kyi under house arrest, but they could not contain the popular impetus and had no choice but to announce elections the following year. The National League for Democracy (NLD) led by Suu Kyi won the voting, but the junta refused to hand over its power.
“Use your liberty to promote ours,” said the “Lady” in the speech read in her absence at the Nobel ceremony.
Suu Kyi, with fragile health after many hunger strikes, also inspired the students and monks that were brutally repressed after demonstrating for democracy in 2007. Without telephone nor Internet, and just a few controlled visits, Suu Kyi has been studying, playing the piano and improving her French and Japanese, during her confinement.
Maybe, her humor helped her to overcome the isolation in her house beside the Inya Lake in Yangon. After her first period under arrest, the military junta prevented her from seeing his husband, who died in 1999 because of prostate cancer thousands of kilometers away in London. She has not seen her sons in ten years and, although the generals pushed her to go into exile, she preferred to sacrifice her family and liberty to defend democracy.
In her tenacity, Suu Kyi promised not to leave the country until democracy is restored, no matter the adversities.
Once recovered her freedom, Suu Kyi will have to impose order on the opposition, divided after a splinter from NLD decided to participate in the elections. In any case, the “Lady” will always be the hope for a better future for millions of Burmese people. Also for the victims of the ethnic conflict that affects the border zones of the country. The future will show if Suu Kyi will lie more toward the utopia of Ganchi or the pragmatism of Nelson Mandela.



 

martes, 2 de noviembre de 2010

¿Qué mató al "Pequeño Saltamontes"?

El pasado julio, David Carradine murió de una manera grotesca en un hotel de Bangkok. Lo encontraron dentro de un armario, amordazado y con un cordón atado al pene y al cuello. Según la investigación policial, no fue asesinado sino que murió de manera accidental a causa de un rebuscado juego sexual con autoasfixia incluida.
A mi me apenó su muerte como la pérdida de un amigo de la infancia con el que perdí contacto hace mucho tiempo, pero del que conservo un recuerdo entrañables. Le tengo cariño a la serie "Kung Fu". Sin embargo, no era el personaje de Carradine el que me gustaba de pequeño, sino el personaje de el "Pequeño Saltamontes" de joven, interpretado por un tal Radames Pera, que ni siquiera tiene página en Wikipedia.
Al principio la noticia me llamó la atención, luego la Policía cerró el caso. Apaga el ordenador y vámonos a cenar.
Estos días trajo a colación el caso una teoría de la conspiración erótico-criminal en Internet que parece un guión escrito entre Quentin Tarantino y Graham Greene.
Otro actor con apellido muy Western, Randy Quaid, dice que le persigue una "red monstruosa" de agentes inmobiliarios y despiadados sicarios de Hollywood dispuestos a acabar con su vida. Según él, son los mismos que asesinaron a los actores David Carradine, Chris Penn y Heath Ledger y tratan de hundir las carreras de Britney Spears, Lindsay Lohan y Mel Gibson.
Quaid soltó todo esto cuando fue detenido en Canadá a instancias de un tribunal de California por vandalismo, robo y allanamiento de morada en su antigua casa.
"Son auténticos hombres de negocios, la mafia, el crimen organizado", asegura la mujer.
¿Qué puedo decir? No conozco al señor Quaid y no hay que olvidar que es un profesional del drama, la tragedia y, ahora más que nunca, de la comedia. La pareja ya se encuentra en California para responder a los presuntos delitos de los que se les acusa.
Por cierto, resulta irónico que detrás del hotel donde encontraron a Carradine se encuentran el famoso templo del pene. Para los interesados, ved el vídeo en la entrada de octubre.




What killed the “Grasshopper”?

David Carradine had a grotesque death in a Bangkok hotel last June. He was found inside the wardrobe with a rope tied to his neck and penis. The Police investigation showed that he was not murdered, but died accidentally in a sexual game that involved erotic asphyxiation.
I felt pity by his death as the loss of some childhood friend forgotten in a corner of my mind, which also inspires fond memories. I liked the TV series “Kung Fu.” Then, I identified myself with the character “Grasshopper,” played by Radames Pera, who even has not a entrance in Wikipedia.
So, the article called my attention, after the Police ended the case. I turned off my computer and went to dine.
This week, I recalled this case again when I read a conspiracy theory on the Internet that resembles a script written between Quentin Tarantino y Graham Green. Another actor with a “Western” name, Randy Quaid, says he is being harassed by a "monstrous” network of estate agents and Hollywood sharks ready to kill him. According to him, they are the same guys that killed David Carradine, Chris Penn and Heath Ledger and try to destroy the career of Britney Spears, Lindsay Lohan and Mel Gibson.
Quaid said all this when he and his wife were interrogated by Police in Canada, where they fled USA authorities. Police in California say that they broke into and trashed their former house.
"They're absolute businessmen. It's the mafia; it's organized crime," said Mrs. Quaid.
What can I say? I have not met Mr. Quaid and we should not forget that he is a drama, tragedy and, nowadays more than ever, comedian professional. The couple is already in California to declare before the judge.
By the way, it is quite ironic that Carradine died in the hotel that shelter the Penis Temple. You can check the post I wrote in October.

lunes, 25 de octubre de 2010

El genio de la lámpara

Los periódicos malasios son más aburridos que las instrucciones de una batidora, pero en raras ocasiones también llevan artículos fantásticos. Leí dos piezas el pasado 12 de octubre en New Straits Times sobre la magia negra y los genios o yinn, aquellas criaturas popularizadas por el cuento de Aladino en el libro de "Las mil y una noches".
Las autoridades malasias han declarado la guerra a los curanderos o bomoh no oficiales o que practican magia negra porque sus malas prácticas acarrean disputas y dramas en matrimonios, familias y colegas de trabajo. Por el contrario, los curanderos oficiales están registrados en una especie de colegio médico y sus prácticas se ajustan al Corán y el islam.
Otro artículo explicaba el caso de una niña de la provincia de Terengganu, en el norte del país, quien se desvanecía en medio de la noche para aparecer en árboles, tejados o cementerios a varios kilómetros de su casa. La pequeña nunca recordaba nada tras estos periplos paranormales. El culpable era un travieso yinn, por lo que la familia llamó a unos curanderos para que se deshiciera del molesto invitado.
La noticia venía ilustrada con una foto con el árbol donde la niña se vio teletransportada en una de sus noches paranormales.



Pero los exorcistas no sólo no eran colegiados sino también unos chapuzas porque lo único que hicieron es dejar sueltos hasta 12 genios o yinn por la vivienda familiar. Tuvo que intervenir tres bomoh de la Fundación Islámica de Terengganu que consiguieron atrapar a los yinn en recipientes sellados. Moraleja: "si unos genios pícaros rondan tu habitación, llama a un curandero con licencia".
No todos los genios son unos cabrones, también los hay generosos con los seres humanos. Según el Corán, Alá creó a tres tipos de seres: humanos, ángeles y yinn. Los humanos fuimos fabricados a partir de la arcilla y los genios a partir de fuego sin humo. Hay genios buenos y malos, musulmanes o no creyentes y pueden hacerse visibles o invisibles ante nosotros. Satán era un yinn que desobedeció a Dios y el propio rey Salomón contaba con varios genios como asesores. Así cualquiera.



THE GENIE'S LAMP

Malaysian newspapers are more boring than a blender's manual instructions, but sometimes they also contain fantastic articles. Last October 12th I read two pieces in News Straits Times about black magic and genies or jinns, those creatures popularized by Aladdin´s tales in the book “One Thousand and One Nights.”
The Malaysian authorities have declared war on unofficial healers or bomoh that practice black magic because their bad practices provoke disputes among married couples, families and work colleagues. On the contrary, official healers are registered in a sort of medical council and they work accordingly to the Koran and Islam.
Another news article talked about a case in Terengganu province, where a girl who vanished after dusks ended up in strange places such as treetops, roofs and cemeteries kilometers away from home. The child could never recollect these paranormal trips. Some jinns were to blame, so the family called some healers in order to get rid of such annoying guests.
The article had a picture with a tree on which the girl was found on one of his paranormal nights.
Not only the exorcists were not official, but they were so lousy that instead, they left 12 genies or jinn around the house. Then, three bomohs from the Religious and Information Committee had to intervene to capture and keep the jinns in a sealed container. The moral of the story: “If some naughty genies hang around your room, call an official healer”.
Not all jinns are a are such bastards, there are also some who are nice to human beings. According to the Koran, Allah created three beings: humans, angels and jinns. We, humans, were fabricated from clay and jinns from smokeless fire. There are good and bad genies and they can appear visible or invisible at will. Satan is a jinn who disobeyed God and King Solomon had genies under his service. ¡Lucky him!

jueves, 7 de octubre de 2010

El templo de los penes

Imagino la cara de mi madre si aparezco un día en mi casa con un pene de madera colgando del cuello. O peor, si empiezo a regalar a mis sobrinos y sobrinas figuritas fálicas. No entenderían que lo hago por su bien, por muy pervertido que parezca.
El alumbramiento de un bebé es recibido en muchos hogares de Tailandia, Birmania y Laos por una retahíla de piropos parecido a esto:
"¡Qué niño más feo! Tiene cara de sapo y ojos de lechuza beoda. Rápido, tápalo con una manta para que no espante a las gallinas. ¡Feísimo!"
Los karen, un grupo étnico originario de Birmania, pone nombres horribles a los bebés. Tan lúgubre recibimiento dispensado a los bebés tiene el objetivo de desanimar a los espíritus a los que responsabilizan de las amenazantes enfermedades que siegan la vida de los infantes.
En el caso de Camboya, les cuelgan la placenta para causar asco a los espectros de las madres de las criaturas en sus vidas pasadas que no están dispuestas a permitir una nueva reencarnación del que fuera su hijo.
Otra manera ingeniosa de engañar a los espíritus es colgar a los bebés un pene de madera para hacerlos pasar por adultos y ocultar su edad a los espíritus. Muchos de estos niños nunca se separan de su amuleto fálico y de adultos lo siguen llevando atado al cuello porque le atribuyen cualidades mágicas.
Para la mayoría de los occidentales, la imagen del pene despierta el apetito sexual o una sensación de repugnancia estética o moral y, excepto en los cines porno y en algunas galerías de arte, se oculta como algo vergonzoso. Pero en Asia las figuras de falos se exhiben como amuletos en los mercados e incluso en los templos.
En el centro de Bangkok (tras el hotel Nai Lert Park), un altar conocido como el "Templo de los Penes" acoge figuras fálicas de todos los tamaños y colores puestos allí como ofrendas para Tuptim, el "espíritu del granado" que vive en el árbol. Muchas parejas visitan el altar cuando para tener descendencia. Cuando lo consiguen, vuelven al lugar con un gran pene entre los brazos como ofrenda para el espíritu. Muchas parejas no dudan en elegir este acogedor rincón para celebrar San Valentín, aunque esta efeméride haya sido importada de Occidente como los vaqueros, el hip-hop o la comida basura. El altar, semejante a un criadero de penes, también es frecuentado por los maridos cuando enviudan. Dejan los juguetes fálicos para no ser atormentados por el espíritu de sus esposas, que tras largos años de matrimonio se resisten a abandonar a su amado en vida.

The Penis Temple

I can imagine my mother´s face if one day I show up in my hometown with a wooden penis hanging in a pendant around my neck. Even worst, if I start giving my nephews and nieces phallic toys as souvenirs. They would not understand I do it for their best, though it seems extremely pervert.
The birth of a new baby is welcome in many households in Thailand, Burma, Cambodia and Laos with more or less these compliments:
“¡Such an ugly baby! He looks like a toad with drunken, owl-like eyes. Quickly, cover him up with a blanket, so that he doesn´t scare the hens. ¡So ugly...!”
Karen people, an ethnic group from Burma, name newborn babies with horrendous names. Such a gloomy welcome to the infants seeks to discourage the spirits, blamed on the illnesses that threaten newborn babies. In the case of Cambodia, parents hold the placenta on the babies to scare away the spirits of their mothers in past lives, reluctant to let their former descendants live a new life.
Another ingenious way of cheating spirits is to hold a wooden penis in the babies' necks to make them look like adults. Many of these children will never abandon their phallic amulet, believed to have magical powers.
For most westerners, the image of a penis awakes sexual appetite or moral and aesthetic repulsion and, except in porn cinemas and art galleries, is concealed with shame. On the contrary, in Asia phallic figures are exhibited as amulets in markets and even in temples.
In the center of Bangkok (behind hotel Nai Lert Park), a shrine known as the “Penis Temple” shelters penises of all sizes and colors, left there as an offer for Tuptim, the “Pomegranate Spirit” that lives in the tree. Many couples visit the shrine to ask for a baby. When she gets pregnant, they go back to the place with a penis in their arms as a gift to the spirit. Some couples do not hesitate to choose this cozy corner as the place to celebrate San Valentine, though this love´s anniversary, like jeans, hip-hip and fast food, has been imported from the Western world. The temple, which looks like a penis breeding farm, is also frequented by widowed husbands. They leave the phallic toys, so they are not tormented by their wifes, who do not accept abandoning their beloved after so many years in marriage.
 

viernes, 27 de agosto de 2010

Prósperos Mendigos

Terminar en la calle no siempre quiere decir que uno está arruinado. En Kuala Lumpur, detuvieron esta semana a 14 indigentes y pedigüeños en posesión de un saco con 5.000 dólares (unos 3.900 euros) en billetes y monedas. Trabajaban para una mafia, a la que tenían que entregar la mayoría de sus ganancias.
Yo siempre me planteo el dilema si dar o no dinero a los ancianos, madres solteras y tullidos apostados en las aceras. "¿No terminará este dinero en las mafias"?.
La Policía de Malasia asegura que los mendigos, procedentes de China e Indonesia, ganan entre 200 y 300 dólares diarios. Una mujer china de unos 40 años dijo a los periodistas que ha llegado a recaudar 2.500 dólares en un mes. Según declaró, una banda de delincuentes le prometió un trabajo en Malasia, pero al llegar a Kuala Lumpur la obligaron a mendigar.
Otro mendigo se entrevistó con un político malasio para pedirle ayuda: la banda para la que trabajaba le debía 9.500 dólares por varios meses de trabajo.
Reconozco que en más de una ocasión he dado dinero a estos empleados de mafiosos. Y probablemente lo vuelva a hacer. En definitiva, ¿no trabajamos también la mayoría para que unos pocos se lleven la mayor parte del beneficio?



Prosperous Beggars

To end in the streets does not mean necessarily that one is broke. In Kuala Lumpur, 14 beggars were detained this week with 5,000 USD (around 3,900 euros) in bills and coins inside a sack. They worked for a criminal syndicate, which took most of the gains.
I always face the dilemma: “To give or not to give money to the elderly, singles mothers and crippled posted stationed on the sidewalks.” Will that money end in the gangsters' hands?
The Malaysian Police say that the beggars, from China and Indonesia, earn daily between 200 and 300 USD. A woman in her 40s told reporters that she could earn up to 2,500 USD. According to her statement, a criminal syndicate promised her a job in Malaysia, but they forced her to beg when she arrived in Kuala Lumpur.
Another beggar asked for help from a Malaysian politician because the gang he used to work for owed him 9,500 USD for months of “work” in the streets.
I admit that on more than one occasion I have given money to these gangsters´ employees. 

martes, 17 de agosto de 2010

Spanglish

No he podido resistirme a la tentación anglosajona. A partir de ahora voy a escribir los artículos del blog en español y en inglés. Mis egregios lectores tendrán que perdonar mis limitado dominio del idioma de Shakespeare. Haré todo lo que esté en mi mano para huir del "spanglish". ¿Ok, mi amigo? 
Spanglish 
I have been unable to refrain from the Anglo-Saxon influence. From now on, I will write my articles on the blog in Spanish and English. My talented readers will kindly excuse me for my limited dominion of the Shakespeare language. I will try hard not to write in “Spanglish.” OK, mi amigo?

martes, 10 de agosto de 2010

Bajo la mirada de las apsaras

Cuando uno sólo dispone de dos días para visitar un complejo monumental del tamaño de Angkor, en Camboya, el mayor desafío consiste en planificar los itinerarios para no convertir el viaje en una angustiosa carrera entre pilares y escaleras de piedra. 


A las pocas horas de deambular por los intrincados pasillos de Angkor Wat, me llamaron la atención de las apsaras, unas atractivas féminas esculpidas en la pared. Desde entonces, dediqué mi estancia a perseguir a estos cautivadores seres que no paraban de observar a los turistas desde sus frisos. Ellas me guiarían por entre las majestuosas ruinas.
No había ninguna de ellas con el mismo peinado o vestido. La mayoría estaba esculpida con gestos delicados, sosteniendo flores en la mano, aunque algunas aparecían bailando en poses manifiestamente eróticas. 
 

En la mitología hindú, las apsaras son una especie de ninfas acuáticas, especialmente dotadas para el baile y la música. Hay una historia entre una apsara y un rey humano que tiene muchas similitudes con el mito griego de Orfeo y Eurídice. 


Purûravas, un monarca de un antiguo reino hindú se enamoró de una apsara, Urvashí. Ella aceptó su amor, a condición de no verlo desnudo. Los compañeros de Urvashí en la corte del dios Indra sentían celos y tramaron un plan para separar a la pareja. Se disfrazaron de ladrones y robaron un cordero. El rey salió disparado para atraparlo sin siquiera vestirse, cuando lo descubrió su amada celestial. La apsara abandonó entonces a su amado. El afligido Purûravas se sumió en un pozo de tristeza. Pero los dioses se conmovieron por su amor y le permitieron ascender a la corte de Indra para reunirse con la bella Urvashí.

Under The Apsaras' Stare 

When one has only two days for visiting a monumental complex like Angkor, in Cambodia, the biggest challenge is to plan carefully the itineraries, so that the trip does not end in a breathless race among stoned pillars. 
After a few hours wandering in Angkor Wat, the beautiful Apsaras sculptured on the walls called my attention. Since then, driven by a sensual and cultural interest, I chased these heavenly beings that observe the tourist from their friezes. They would guide me through the magnificent ruins.
None of them had the same dress or hairstyle. Most Apsaras were sculptured with delicate gestures, holding flowers in the hand, but some seemed to dance with erotic movements.
In the Hindu mythology, Apsaras are a kind of female spirits proficient in the art of dancing and music. The story of the Apsara Urvashi and the king Purûravas keeps many similarities with the Greek myth of Orpheus and Eurydice.
Purûravas, monarch of a Hindu kingdom, fell in love with Urvashi. She accepted his love with only one condition: She could not see him naked. Urvashi´s former companions in Indra´s court in Heaven felt jealous of the king and plotted a plan to separate them. They disguised themselves as thieves and stole a lamb from the royal herd. The king rushed after the thieves with no time to get dressed. Her celestial lover discovered him and went back to Indra´s court. The distressed king fell into a well of sorrow. However, his luck turned back soon. The Gods felt pity for the couple and let him ascend into Heaven to reunite with his beautiful lover.

sábado, 3 de julio de 2010

Bichos con mala leche

En la fiesta todo el mundo enfermó. Incluso la marquesa, con lo saludable que parecía. Le entró una cagalera terrible. Justo en mitad de su relato sobre los últimos adelantos en el campo del pilates-yoga y el boxeo aeróbico. Los servicios de emergencia lo achacaron a la Creeping Brans Shadow (Brandula Luxuriensis), un parásito que sólo anida en los estómagos de los ricos.
"La brandula es un parásito que vive en el estómago y se alimenta de caviar mojado en champán, por lo tanto sólo puede parasitar a la gente rica porque no encontraría sustento en los estómagos de los más menesterosos".
La cosa no fue mejor para la fiesta en el "burguer" del centro comercial. Ocurrió un suceso horripilante y abominable. Un monstruo de tres metros con forma de hamburguesa acabó con la vida de doce jóvenes. En el lugar sólo quedaron restos de sus zapatillas de marca. El bicho mutante es conocido como Clampburguer.
Este universo siniestro e irónico ha salido de la imaginación de un artista español y barcelonés (al menos según su DNI), Rafael Andres, alias The Raf. Otros bichos mutantes y surrealistas diseñados a ordenador por The Raf son el Damnatron (Cerebelum Collosalis), el Meximalo (Bad mexican) o la Horny Housewife (Prostibula domestica).
La colección "Phylum", una treintena de animales fantásticos diseñados con la meticulosidad de un Charles Darwin y el humor esperpéntico de Tim Burton, se exhibe hasta el 31 de julio en el restaurante Eat Me de Bangkok.
Las ilustraciones, en blanco y negro, vienen acompañadas de un texto que explica los orígenes y el comportamiento de las bichos y parásitos. Andrés, alias The Raf, concibió a sus criaturas durante la redacción de un libro de relatos humorísticos e irreverentes titulado "Just Look Inside".
"La colección tiene la forma de un bestiario, que era un libro de animales de la Edad Media según eran conocidos entonces. También me inspiré en los 'freak shows', tipo el hombre elefante", dijo el artista afincado en Bangkok.
El Damnatron es un ser extraterrestre con el cerebro millones de veces mas grande que el humano, por lo que es muy inteligente y está siempre de mal humor.
"Me inspiré en la ciencia ficción, un tema que me encanta. Esa gigantesca criatura flotante ha venido a esclavizar a la humanidad o a devorarla", explicó The Raf.
"No está muy claro, pero las autoridades han hecho un pacto con el Damnatron para que se coma primero a la gente del tercer mundo. El Damnatron come humanos pero excreta petróleo".
La mayoría de los comensales del restaurante Eat Me no parecen verse amenazados por los estrambóticos seres que cuelgan de las paredes y algunos incluso se llevan a casa algunas de las ilustraciones.



jueves, 1 de julio de 2010

La política del elefante blanco

En Birmania, la política es mucho más que imagen. Yo diría que también es prestidigitación, superstición y mucho cuento perverso. Por eso han estado bajo una dictadura militar los últimos 48 años.
Un elefante blanco, un ejemplar poco común y muy valorado por su significación histórica, fue capturado la semana pasada en las selvas occidentales de Myanmar -antes conocida como Birmania-. El paquidermo, una hembra de 38 años y unos dos metros de alto, fue apresada por guardas forestales en la ciudad costera de Maungtaw, situada en el estado Rakhine (Arakan).
En Tailandia y Birmania, países de mayoría budista, los elefantes blancos estaban envueltos en un aura de misterio y poder y la aparición de un ejemplar podía condicionar el devenir político de un monarca. Los responsables de la Junta Militar birmana veneran a los paquidermos albinos tanto como sus predecesores reales y, para prolongar su buena fortuna, están siempre a la búsqueda de ejemplares.
En estas cacerías, el Gobierno no duda en movilizar al Ejército y hasta "convencer" a los campesinos a colaborar de forma gratuita y altruista en las tareas de rastreo. En 2001, la captura de un elefante blanco fue calificado por la prensa como "una señal de la prosperidad y la paz de este moderno estado" y el espécimen fue presentado con todo boato ante el general Khin Nyunt, entonces primer ministro.
Sin embargo, cuatro años más tarde el Khin Nyunt fue destituido por el jefe de la Junta Militar, Than Shwe, y el elefante cayó en el olvido. El elefante atrapado el pasado fin de semana puede ser esgrimido por los generales birmanos como un buen augurio de cara a las elecciones anunciadas para finales de este año, las primeras desde 1990. Sin embargo, la mayoría de los grupos opositores, con la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi a la cabeza, los grupos étnicos y los gobiernos occidentales las han calificado de farsa. 
Según al Real Academia de la Lengua Española, regalar un elefante blanco significa encajar a alguien "algo costoso de mantener y que no produce utilidad alguna".
El significado proviene de la costumbre de los reyes del antiguo reino de Siam, la actual Tailandia, de compensar a los cortesanos más leales con un paquidermo albino, signo de prosperidad y buena suerte. Los agraciados con el real regalo pasaban dificultades y hasta llegaban a arruinarse por el coste que suponía alimentar al insaciable animal. Los aires modernos también llegaron a estos lares tropicales y la cosa cambió. El rey Rama IV dejó de regalar elefantes y, en su lugar, creó  en 1871 la "Orden del Elefante Blanco",  la más alta condecoración concedida por la Casa Real tailandesa.
Los aqueos se la metieron a los troyanos con un caballo de madera. En los trópicos, para meterla en política, hace falta un elefante. Encima blanco.

Apuestas, mentiras y arroz


Se me olvidó presentaros al tercer hombre de Nong Khai (norte de Tailandia). Antes se dedicaba a la agricultura, pero tuvo que vender sus tierras para pagar las deudas del juego de su hijo. Ahora trabaja como taxista de tuc-tuc, que es una moto con un remolque incorporado para llevar pasajeros.
Lo traigo a colación porque el otro día me contaron una teoría de la conspiración. Me encantan las teorías conspiratorias, no puedo evitarlo. Un agente inmobiliario me contó que el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, el guía espiritual del frente antigubernamental de los "camisas rojas", fomentó la lotería en las zonas rurales de la región de Isán. El retorcido objetivo es llenar de deudas a los campesinos y obligarles a vender sus tierras. Así siempre serán pobres, ignorantes y fáciles de comprar en las elecciones.  

lunes, 28 de junio de 2010

En busca de los rojos

La leyenda atribuye al pionero del periodismo amarillista William Randolph Hearst la frase "no dejes que la realidad te estropee un buen titular". En el presente, el auténtico reto es vislumbrar la realidad entre tanto titular rimbombante y artículos embutidos en los convencionalismos de la prensa internacional. Incluso, cuando la tienes delante de tus narices.
Las maratonianas protestas de los "camisas rojas" en Bangkok terminaron violentamente, con la carga del Ejército y la reacción de algunos manifestantes, que se dedicaron a saquear e incendiar edificios. En dos meses, murieron más de 80 personas y miles fueron heridas.
Para aclarar mis dudas, me marché a la región de Isán, en el noreste de Tailandia, en busca de campesinos y jornaleros. Isán es considerada el feudo de los "camisas rojas". Quería descubrir la realidad rural, no la que me cuentan los titulares. 

 


Pescador en el río Mekong: partidario acérrimo de Shinawatra. Es pescador, aunque también trabaja como peón eventual en Bangkok. 


Jornaleras: Me acerqué al campo donde plantaban arroz. No querían opinar sobre los "camisas rojas". Decían que sólo querían trabajar y ganar dinero, que no podían ir a Bangkok. Se sentían felices. Pero una de ellas dijo que le gustaría que su hijo pudiera llevar en el futuro una vida como la mía. Con 200 bat (cuatro euros) diarios no creo que pueda costear la universidad.
 


 
Granjero: Mirada digna, tez morena y mirada honesta. No apoyaba a los rojos. Gana unos 20.000 ó 30.000 bat (400 ó 600 euros) al mes. Satisfecho con su vida. Respeta al rey porque vive en sus tierras, pero que cada uno tiene su lugar. "Él es el rey, yo soy un campesino". No parecía muy interesado en cambiar ninguna realidad social.

Para los unos, los "camisas rojas" representan a las clases pobres y rurales en Bangkok y en las provincias del norte y noreste; las protestas reflejan la lucha de clases con la elite militar y monárquica.
Para los otros, los rojos son un grupo teledirigido por el millonario ex primer ministro Thaksin Shinawatra. Unos "contratados" que pueden permitirse acampar durante tres meses en el centro de Bangkok porque reciben entre 10 y 20 euros diarios, el doble o cuatro veces el salario de un jornalero del campo. Un periodista experimentado me espetó que la mayoría de los campesinos de Isán ni siquiera conocen a los "camisas rojas".
Al menos en Bangkok, yo he visto a muchísimos peones, camareros y dependientas salir a jalear a los rojos. Amigos míos me han contado que en las provincias de Sisaket y Udon Thani muchos expresan abiertamente su apoyo por los "camisas rojas". Al menos, antes de que el Gobierno se pusiera a acusarlos de terrorismo.
Yo prefiero las explicaciones eclécticas. Tailandia padece profundas desigualdades sociales como la mayoría de los países en vías de desarrollo y aún desarrollados. El frente de los rojos bebe del resentimiento de muchos trabajadores al borde la pobreza heridos por la magnificencia de los centros comerciales en Bangkok.
Muchos se acuerdan todavía de la sanidad universal y las ayudas al medio rural introducidas por Thaksin Shinawatra. También es cierto que muchos rojos cobraban por venir a protestas (¿cómo se lo iban a permitir, si no?).
Y Shinawatra no es un santo. Se enriqueció profusamente siendo primer ministro. Es un político populista, algo megalómano (sólo hay que escuchar algunos de sus discursos) y un empresario ladino. Comenzó la carrera política mintiendo sobre su patrimonio y luego comprando -literalmente- a varios partidos rivales.
En todo caso, seguramente lo peor que le pasó a Tailandia fue que la cúpula del Ejército, con la aquiescencia de personas cercanas a la Casa Real, lo depusieran en un golpe de estado. Desde entonces, las protestas y la agitación civil se han convertido en una estampa casi habitual en Bangkok.

martes, 15 de junio de 2010

Oud Oud

"Oud, oud", le dijo la puerca al cerdito y se fundieron en un abrazo maternal. Así se traduce en palabras el homenaje porcino del artista tailandés Chainarong Kongklin a Klimt y su lienzo "La madre y el hijo".
En la "La última sonrisa", cinco cachorros de cerdo multicolores se acurrucan delante de una mesa en alusión a la sagrada cena inmortalizada por Leonardo da Vinci. Otros autores versionados por Chainarong son Monet o Botticelli.
Aunque reconoció haberse inspirado en el movimiento dadaísta del irreverente Duchamp, el artista tailandés me aseguró que no se trata de una parodia. Su intención es lanzar un alegato contra el consumo de carne porcina, al tiempo que emula algunos de los cuadros más famosos en la historia de la pintura.




La exposición "Oud Oud", cuyo título describe el gruñido porcino en tailandés, se puede visitar en la galería de arte White Space de Bangkok.
Su afición por los puercos le vino a Chainarong desde la infancia, cuando vivía junto a sus padres y sus hermanos en una granja de cerdos en la agrícola región de Isan, en el noreste de Tailandia.
"Recuerdo cómo sufría de pequeño cuando me encariñaba con los cerdos y luego veía cómo los enviaban al matadero". Sin embargo, reconoció que estuvo comiendo cerdo durante muchos años. Un día el médico le prescribió reducir el porcino por un problema de salud y aprovechó para dejar la carne por completo.
La muestra también incluye lienzos de inspiración personal, con una estética cercana al cómic, aunque las piezas más interesantes son las inspiradas en autores conocidos.
Con la misma sonrisa enigmática, una cerdita de sonrosadas mejillas y con las pezuñas elegantemente cruzadas mira de soslayo al espectador, en una recreación porcina de "La Gioconda" de Leonardo.





En su versión de "El puente japonés" de Claude Monet, el artista cuela un marrano saltarín en la escena, que recrea con fidelidad los trazos impresionistas del original.
Chainarong Kongklin, una de las jóvenes promesas del arte tailandés, asegura que ha mezclado los mundos del hombre y el cerdo para mostrar lo mejor y lo peor de cada uno. Como en el desenlace de la fábula de George Orwell "Rebelión en la granja", en esta exhibición se difuminan las líneas divisorias entre lo humano y lo porcino.

martes, 25 de mayo de 2010

Profeta en su tierra

Tengo muchas ganas de ver la película tailandesa que ha ganado la Palma de Oro en el Festival de Cannes. "Lung Boonmee Raluek Chat", de Apichatpong Weerathakul, es una tragicomedia sobre hombres, espíritus y política ambientada en el noreste de Tailandia. El cine tailandés ha producido un sinfín de cintas de terror sobre espíritus. Aunque los argumentos suelen estar dirigidos a un público adolescente que busca escenas grotescas y chistes fáciles.

El director del jurado, el estadounidense Tim Burton, habrá valorado la mezcla surrealista en la película del cineasta tailandés. No puedo decir mucho más sobre "Lung Boonmee Ralued Chat" ("El tío Boomee que puede recordar sus vidas pasadas") porque no he tenido oportunidad de verla. El realizador tailandés se considera agnóstico en el tema de los espíritus pero confiesa su fascinación por estos fenómenos. La historia está ambientada en el entorno rural de Khon Kaen, en la región de Isán. Allí se crió y se formó el director galardonado.

Apichatpong no es precisamente un profeta en su tierra. Decidió no estrenar su película "Syndromes and a Century" cuando el órgano de la censura tailandesa le ordenó que cortara varias escenas. El director dijo que películas son como sus hijos y no piensa mutilarlas porque no le agraden a algunos.

Recientemente, lideró a un grupo de cineastas contra las autoridades tailandesas por el respaldo masivo a una superproducción épica. Los políticos tailandeses concedieron la mitad del presupuesto dedicado al cine -unos 300 millones de bat o 9,4 millones de dólares- a esta película, titulada "La leyenda de Naresuan".

La cinta, dirigida por el príncipe Chatrichalerm Yukol, relata la vida del monarca que libró al reino de Ayuthaya del sometimiento a Birmania tras vencer a sus temidos ejércitos en varias batallas. Nacido en 1555, Naresuan consiguió la máxima expansión de Ayuthaya con la anexión o vasallaje de los reinos Shan (Birmania), Lanna (Tailandia), Yunnan (China), Lan Xang (Laos), Champa (Vietnam) y del sultanato de Pattani.

La apuesta por el cine épico forma parte de los esfuerzos del Gobierno para la promoción de la identidad tailandesa, basada en los principios de la monarquía, la religión budista y el idioma tailandés. El siglo XX tailandés vivió un fuerte nacionalismo sustentado por la veneración hacia el monarca Bumibhol Adulyadej. Sin embargo, la unidad comenzó a agrietarse en los últimos años debido al conflicto separatista en el sur musulmán y a las divisiones políticas.

Las manifestaciones de unos y otros han provocado pérdidas millonarias, así como una riada de muertos y heridos. Los "camisas rojas", los responsables por la última ola de protestas, proceden en su mayoría del mundo rural del norte y noreste, donde se creció Apichatpong.

Está claro que el Gobierno prefiere un tipo de cine más épico y patriótico. Parecido a lo que hicieron los estadounidenses con las películas de indios y vaqueros  y  sobre las guerras mundiales.

Recientemente vi en el cine "9 Wat" ("9 templos"), del director tailandés Saranyu Jiraluck. La película arranca con cinco minutos de pesadilla que nada tienen que ver con el resto del argumento. Algunas escenas de miedo arrancan la risa en lugar de provocan miedo (aunque éste puede ser la intención del autor). La historia no está del todo mal, pero los actores son tan bellos como artificiales.

Así describe Apichatpong el cine que se rueda en Tailandia en una entrevista al Periódico de Cataluña: "Entretenimiento de diferentes tipos: algunas imitaciones del cine de Hollywood, pero sobre todo comedias tontas y, en los últimos años, historias de amor protagonizadas por gente muy joven y muy hermosa. La mayoría de películas son acerca de travestidos y fantasmas. Para el espectador de mi país, es lo más normal del mundo ver en pantalla a un hombre vestido de mujer perseguido por un fantasma".

Confío en que su película no se ajuste a esta descripción.
 

jueves, 20 de mayo de 2010

La zona cero de Bangkok

El olor a neumático quemado me recordó a un circuito de carreras. A unos 700 metros del distrito comercial de Bangkok, el aire ya estaba impregnado del olor ocre de los incendios provocados por los camisas rojas. Sorprendentemente, los soldados nos dejaron pasar esta mañana hacia la zona cero. El centro comercial Central World, con las entrañas carcomidas por el fuego, corre el peligro de derrumbarse.

Los cachivaches desparramados de los manifestantes ilustraban el caos de la víspera, cuando los militares tomaron el campamento disparando a discreción. Los líderes anunciaron su rendición. Pero los cachorros del movimiento se envalentonaron. Y comenzaron los disturbios. Comenzaron a romper los cristales de los escaparates y empaparon de gasolina los restaurantes y tiendas de lujo.
 
Momentos antes, estuve a punto de entrar a la zona del campamento con mi amigo Ángel y un periodista de la radio catalana. El silencio era abrumador. Unos metros más adelante se escuchaba el eco de música rock. El humo envolvía los raíles del tren elevado. En cuanto los soldados armados con subfusiles de fabricación israelí comenzaron a tomar posiciones y disparar, nos dimos media vuelta.

 
Esta mañana paseé por entre los restos del campamento. Una elegía a más de dos meses de protestas. Las manoplas rojas con silueta de pie, esterillas y cazuelas alfombraban el asfalto. Demasiada destrucción para creer los quince muertos que dice el Gobierno. Según las cifras oficiales, en la última semana han muerto más de 50 manifestantes. La mayoría por los disparos del Ejército.

 
Se dice que Kant desglosaba un argumento en una cuartilla y en la otra cara escribía su contrario. Así ejercitaba su capacidad de raciocinio. Yo siempre he usado con reticencia los peros, los "por el contrario" y las excepciones. Pero siempre caigo en ellos con un vicio irrefrenable.

 
Los rojos han cometido también muchos errores. El primero, mentir. Tras negarse rotundamente, aceptaron la celebración de elecciones en noviembre. Luego lo volvieron a rechazar. Uno de los líderes, el doctor Weng, me aseguró que la no violencia era un mandamiento irrenunciable de los camisas rojas. Ayer demostraron lo contrario.  

 
La propagada es connatural al Ejército. Esta mañana había un camión militar con altavoces en los que sonaba música pop. Es su estrategia para calmar a la población. El mensaje es: "Estamos para protegerte". No me lo pareció cuando los francotiradores hacían blanco en las cabezas de los manifestantes, la mayoría desarmados.

 
No me fío de los soldados. Y menos cuando se encuentran en mitad de una ofensiva militar en una megaurbe como Bangkok.

 
El miedo es irracional. En ocasiones hasta el punto de que no surge cuando vives situaciones reales de peligro. Al fotoperiodista italiano lo mataron en el Parque Lumpini. Trató de bordear el recinto para entrar llegar al campamento de los rojos. Pero se vio atrapado entre los dos fuegos. Yo tuve la misma idea unas dos horas antes. Llegó mi amigo Ángel y decidí quedarme en la retaguardia de los militares.

 
Por la mañana, algunos manifestantes recogían sus enseres para volver a sus hogares. Los autobuses partían llenos de gente humilde del norte y noreste. "Volveremos", decían algunos. ¿Un amenaza real o los últimos estertores del guerrero?

martes, 18 de mayo de 2010

Vídeo sobre los disturbios en Bangkok

Ya van por 37 muertos en Bangkok. Este vídeo lo grabé el viernes pasado. Ayer volví a la avenida Rama IV y los soldados y manifestantes se encontraba casi en el mismo lugar, a unos 400 ó 500 metros de distancia. Los jóvenes "camisas negras", la avanzadilla de los manifestantes, alimentaban un fuego con neumáticos. Bromeaban exultantes, mientras blandían sus tirachinas y barras de metal. La gran mayoría está desarmada. Los soldados disparaban esporádicamente con munición real. El Ejército no se atreve a entrar en el campamento de los camisas rojas en el distrito comercial de la capital para no provocar una masacre. Todavía quedan algunos niños y personas mayores. Si la violencia se extiende, podrían guarecerse en un  templo dentro de la zona ocupada por las protestas que los militares han prometido respetar. Muchos nos seguimos preguntando por qué las fuerzas de seguridad no son capaces de dispersar a los manifestantes con balas de goma y cañones de agua. Está visto que no tienen término medio.


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viernes, 14 de mayo de 2010

En primera persona

Cuando la bala perforó el cerebro del general disidente Khattiya Sawasdipol, yo debía estar comiéndome una salchicha de pollo o comprando un cigarro de tabaco tailandés. Momentos antes estuve grabando con mi cámara al militar mientras hablaba con otros periodistas. Sus últimas palabras antes de caer por un disparo efectuado por un francotirador. Ahora se encuentra en coma profundo en el hospital. Más muerto que vivo.

Tras ingerir la golosa salchicha, me encendí el cigarro vicioso. Anochecía en el parque Lumpini de Bangkok, donde unos miles de manifestantes llevan atrincherados más de un mes. Primero escuché los disparos que venían de fuera, probablemente de los soldados. Luego los "camisas rojas", como se hacen llamar los manifestantes, comenzaron a lanzar cohetes pirotécnicos. El olor a pólvora y violencia volvía a sumir el centro de Bangkok en un caos. Y los manifestantes han perdido a unos de principales benefactores, el general Khattiya.


Traté de salir del lugar escalando una valla del parque, pero alguien me advirtió de que era peligroso. "¡Nakhao, nakhao!" (¡periodista, periodista!), repetían. Un "camisa roja" se encomendó como mi protector. Con la banda sonora de los cohetes y los disparos, se arrodilló delante de mi, mientras apoyaba su mano en mi hombro. Tirado en el suelo, me sentí entre ridículo y protegido. 


Tras descargar el vídeo en la oficina, volví al lugar de los disturbios, en el centro de la metrópoli tailandesa. Los soldados se movían rápido, con sus escopetas de balas de goma y fusiles M16. A unos 200 metros, los manifestantes avasallaron dos camiones cisterna militares con cañones de agua. No podían contener su exaltación y júbilo ante la atrevida hazaña. Escoltaron a los aterrorizados soldados hasta fuera de su territorio. 


Al día siguiente -hoy-, pasé más de seis horas presenciando una batalla campal entre los soldados y los "camisas rojas". Los militares tiraron ráfagas de balas de goma. También con munición real. Los manifestantes disparaban con sus tirachinas y lanzaban cohetes. Yo aproveché las minitreguas que se concedían para correr de un frente al otro, bordeando las trincheras de sacos y alambres de espino. 


Contaba Ryszard Kapuscinski en su libro sobre la guerra de Angola, "Un día más con vida", que los corresponsales que viven los conflictos son los que menos información tienen. Él observaba con cierta envidia a los barcos fondeados en el horizonte, donde podían escuchar las últimas noticias. Aunque Kapuscinski preferió asumir las limitaciones y ventajas de poder contarlo en primera persona.


Internet y los móviles han resuelto, en parte, este inconveniente. Cada cierto tiempo, pude consultar los urgentes que me enviaba al móvil el diario tailandés The Nation. Un "camisa roja" muerto. Dos, tres. Decenas de heridos, tres de ellos periodistas.


Por el contrario, los rumores se contagiaban vertiginosamente en el campamento de los manifestantes en el distrito comercial de Bangkok. Las motos me pasaban como flechas, mientras los "camisas rojas" se resguardaban de los francotiradores, reales o no. Corrió la voz de que entraban los soldados. Mujeres con el miedo en los ojos pasaban junto a jóvenes con rabia desatada e indignación. 


Primero vi el humo verdoso. Unos manifestantes se tiraron sobre uno de los cabecillas para protegerlo con sus propios cuerpos. Otros corrían o se tiraban al suelo. Para ser gas lacrimógeno, no se me irritaron mucho los ojos. Ni rastro de militares. Su estrategia consiste en aislar las protestas, no cargar. Al menos, por el momento.


Mientras abandonaba el campamento, los "camisas rojas" rezaban. Una fila de monjes budistas con túnicas azafrán dirigían la oración desde el escenario. 


Tengo que admitir que no he observado el miedo en la mayoría de los transeúntes. Algunos grupos de tailandeses y turistas seguían las escaramuzas a cierta distancia. Me encontré a una linda joven alemana, de ascendencia egipcia, que grababa con su móvil a dos metros de los soldados disparando. Una aguerrida señora tailandesa, con su puesto ambulante, vendía café y té tailandés frente a una barricada de militares. Mientras me daba el té, soltó desafiante: "No tengo miedo, no tengo miedo".


   En los momentos más violentos, he sentido avalanchas de adrenalina, pero no susto ni pánico. No he sido consciente en que podía ser alcanzado por un disparo. Aunque llevan toda la razón del mundo, me molestan las miradas condescendientes de los periodistas de los medios consagrados. Mi cámara de aficionado tampoco ayuda, aunque tampoco necesito mucho más para grabar los violentos enfrentamientos. Tampoco tengo seguro médico. Pero esto es mejor no decirlo demasiado alto para no alarmar a mi familia.

viernes, 7 de mayo de 2010

Reflexiones poco diplomáticos de un embajador inglés

A Sir Anthony Rumbold le ocurrió lo peor que le puede pasar a un diplomático, que se haga pública una carta confidencial en la que haya dejado correr con libertad toda la punzante ironía de la que es capaz.
En julio de 1967, Sir Anthony escribió su último informe antes de abandonar su puesto como embajador de Gran Bretaña en Tailandia. Se trataba de una documento dirigido a su sucesor, al que le exponía con una honestidad casi hiriente sus opiniones sobre la política y la cultura tailandesas.
Casi al inicio del informe, dispara: "El nivel de inteligencia de los tailandeses es bastante pobre en lo general, más bajo que el nuestro y mucho más bajo que el de los chinos".
Sir Anthony describe algunas costumbres y usos tailandeses que no han cambiado demasiado. Como la proliferación de la corrupción en casi todos los niveles del Estado o la veneración que sienten por los escalafones. El ex embajador no lo mencionó en el texto. Pero hasta en los prostíbulos, las jerarquías son sagradas.
"El dinero es otro factor importante. Todos los tailandeses aman el dinero y su posesión se considera una señal de virtud o mérito", escribe más adelante.
Me encanta el último párrafo del informe. Tras las críticas y comentarios mordaces, su discurso se vuelve casi sentimental:
"Me he divertido mucho viviendo en Tailandia. Uno tendría que ser muy insensible o puritano para decir que los tailandeses no tienen nada que ofrecer. Es cierto que no tienen literatura, pintura o sólo tienen una tipo de música muy extraña; que la escultura, cerámicas y la danza son prestadas de otras culturas y que la arquitectura es monótona y la decoración espantosa. Nadie puede negar que el juego y el golf son los pasatiempos favoritos de los ricos y que la vida licenciosa es la preferida de todos ellos. Pero a los apagados europeos nos hace bien pasar algún tiempo con esta gente jovial, extrovertida y nada intelectual. Y si alguien quiere saber en qué consiste su cultura, la respuesta es que en ellos mismos, sus exquisitos modales, sus hábitos fastidiosos, sus gestos graciosos y actitudes elegantes. Si nosotros somos elefantes y bueyes, ellos son gacelas y mariposas. Por otro lado, me alegro de irme de aquí porque mi deterioro mental no se debe sólo a la edad madura sino a los efectos enervantes del clima que no se pueden combatir ni con ejercicio ni con aires acondicionados".

I have, &c.
A.RUMBOLD.

sábado, 24 de abril de 2010

Donde Buda dejó su huella

En España existe la expresión un tanto irreverente "donde Cristo perdió la zapatilla" (o la alpargata). Se utiliza para indicar un lugar remoto. Las comparaciones son odiosas, solían recordarle mis hermanas a mi madre en momentos críticos. Pero no puedo resistir la tentación de trazar un paralelismo con las huellas del pie de Buda veneradas en innumerables rincones de Tailandia.


La que yo visité se encuentra en lo alto de un espigada colina en la isla de Si Chang, en la parte suroriental de Tailandia. El surco de la pisada era demasiado cuadrangular y del tamaño de nueve pies humanos. "Es que entonces algunas personas eran muy grandes", me contó un tailandés todo solemne y sincero. La opinión de mi interlocutor refleja la tendencia tailandesa a creer más en el mundo mitológico que en sus propios ojos.
Hay catalogadas miles de huellas de Buda a lo largo de India, China, Japón y el Sudeste Asiático. Casi todo el mundo reconoce que la mayoría son réplicas. Según la Wikipedia, la original yace en el Pico de Adán, situado en la parte central de Sri Lanka. La sagrada pisada es disputada por otras tradiciones religiosas. Para los hindúes se trata de la huella del dios Shiva y para los musulmanes, de la impronta de Adán, el prototipo humano según el Corán y la Biblia.
Cuentan las crónicas tailandesas que una huella genuina de Gautama Buda fue descubierta durante el siglo XVII en la provincia de Saraburi. En el lugar levantaron un templo con el nombre de Phra Phutthabat (que significa huella del pie de Buda).
Con tal proliferación de huellas sagradas, creo que se puede decir con total legitimidad "donde Buda dejó su huella" para denotar un lugar lejano, al igual que, con perdón, el refrán de la zapatilla y Cristo. Con esto no pretendo ofender a nadie. Como diría mi amiga Jenny: "¡Oh, my Buddha!".

sábado, 17 de abril de 2010

La desinformación


Yo tuve la mala -¿o buena?- suerte de no encontrarme en la zona de los tiroteos entre los manifestantes “camisas rojas” y los soldados el pasado fin de semana en Bangkok. Pero estuve allí justo antes, cuando los soldados sólo disparaban gases lacrimógenos, y he hablado con muchos testigos. Creo que tengo una idea más o menos fiel de lo que pasó.
Tremenda fue mi sorpresa cuando, con la ayuda de una traductora tailandesa, me asomé a las televisiones locales. El 90 por ciento de los informativos la dedican a los militares muertos o heridos. Fallecieron cuatro soldados, comparados con los 18 manifestantes muertos.  Dos tercios de los 850 heridos eran "camisas rojas". No pude creer a mis ojos cuando las la mitad de los tertulianos era militares. Tailandia no es un Estado militar como Birmania o Corea del Norte, pero muchas cadenas dependen del Ejército, quien ejerce sin pudor su autoridad en el país.


No me extraña la empanada mental de muchos tailandeses. No es fácil madurar políticamente, cuando un ministro asegura que las tropas no utilizaron munición real contra los “camisas rojas”, como se conoce a los manifestantes por el color de sus prendas. ¿De dónde procedieron las balas que mataron a los manifestantes? Eso mejor dejarlo en manos de los “rumorólogos” que señalan a una misteriosa “tercera parte”. Quizá, el Pato Donald disfrazado de Rambo.


Según mi amiga, otra costumbre de los tertulianos y periodistas es hablar de personalidades sin mencionar su nombre. Aunque todo el mundo los identifica. “Es mejor así, ir por el camino medio”, se justificó mi traductora. Nadie puede hablar de la monarquía sin correr el peligro de que te condenen a entre tres y quince años de cárcel por un delito de lesa majestad. Sin embargo, esta vez los tertulianos se referían al presidente del Consejo Real, Prem Tinunlasonda. El ex primer ministro, aunque nunca fue votado directamente, parece ser la verdadera autoridad en Tailandia. Los comedidos comentaristas sugerían que la solución a la crisis en Tailandia pasa por un diálogo entre Prem y Thaksin Shinawatra, un primer ministro votado por el pueblo y depuesto por el Ejército en 2006.
Los “camisas rojas”, seguidores de Thaksin, cuentan con un canal por satélite que el Gobierno prohibió por su retórica subversiva. Aunque el canal sea sectario, la verdad es que es la única opción para los “camisas rojas”.