jueves, 2 de abril de 2009

El extranjero

Me encontré con un "farang" vestido en las manifestaciones de los "camisetas rojas" en Bangkok. El tio llevaba hasta un medallón budista colgado del cuello. Su altura, metro noventa, y la palidez de su rostro lo hacían destacar como una jirafa albina en una reunión de ornitorrincos.
Los tailandeses llaman a los extranjeros "farang". Esta palabra proviene del término tailandés para francés: "farang se". Aunque también significa "guava", que es una fruta tropical. Tengo que precisar que "farang" se limita a los occidentales europeos, caucásicos o anglosajones.
El farang con el que me tropecé era un noruego de sesenta año con apariencia de setenta, al parecer, por una empedernida afición por el tabaco cuando era más joven. "Lo dejé cuando me dio un infarto. Me jubilaron y me vine a vivir a Tailandia".
Per Arne Granbo, casado con una tailandesa, no se ha perdido un día de manifestación desde que comenzó hace siete días. "El final llegará cuando el primer ministro se de cuenta de que tiene al país en contra y convoque elecciones".


El noruego Per Arne en las manifestaciones de los rojos en Bangkok

En mi opinión, los tailandeses se encuentran más cómodos protestando en las calles que votando o debatiendo en el Parlamento. ¡Cómo sonríen, bailan y cantan en las protestas! Por todas partes hay puestos vendiendo arroz con pollo, sopas de fideos o frutas, que condimentan con polvos agrio-picantes.
Mi amigo noruego parece convencido de la causa justa de los rojos, pero no de que pueda haber un entendimiento con sus rivales, los camisetas amarillos: "Los tailandeses no saben dialogar. Una vez, tuvimos que votar al gerente de un templo y formaron dos grupos antagónicos. Se chillaban unos a otros en lugar de someterlo a votación".

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