lunes, 3 de noviembre de 2008

Mujeres jirafa y zoologicos humanos



Las "mujeres jirafa" son uno de los principales reclamos turísticos de Chiang Mai, una provincia del norte de Tailandia situada a cientos de kilómetros de las concurridas playas y la bulliciosa Bangkok. Se han escrito muchas páginas en la prensa sobre la explotación turística a la que se somete a estas mujeres, conocidas popularmente como "jirafa" por llevar llevar unos anillos que le alargan el cuello hasta los veinte o treinta centímetros. Sus poblados, según advierten las organizaciones humanitarias, se han convertido en verdaderos zoológicos humanos.
No obstante, la mayoría de ellas se siente bien con la posibilidad de obtener ingresos con el turismo. Supongo que viven con resignación el voyeurismo de los turistas, pero su situación como refugiados en Tailandia no les deja muchas alternativas.

Las "mujeres jirafa" pertenecen a la etnia padaung o kayan, una tribu perteneciente a la etnia karenni que huyó hace casi dos décadas de Birmania a causa de la represión que padecían por el régimen militar de aquel país. El Gobierno tailandés les concedió tierras para asentarse, pero carecen de documentos legales que les permitan trabajar en Tailandia. También han tenido que abandonar el cultivo de arroz, su principal actividad económica en su país de origen, porque carecen de terreno.

Ma Luank, una chica padaung de 25 años y con dos hijos, me contó que no le importan que le tomen fotos y que se sentía feliz con su vida en Tailandia. "Con las figuras y los pañuelos que vendo puedo vivir bien aquí, en Birmanía había mucha pobreza", explicó.

En verdad, a diferencia de otros poblados de refugiados de minorías étnicas, los padaung viven en condiciones decentes, con cabañas amplias y de aspecto saneado.
Llegué a su poblado acompañado de mi madre, mi hermana y una pareja de reciéncasados. Estos mostraron sus reparos a visitar el poblado por respeto a la dignidad de los que alli viven; mi familia se lanzó a la compra indiscriminada de pañuelos y yo comencé a hacer fotos y hablar con ellas. El guía me sirvió de intérprete.

Las niñas padaung comienzan a ponerse los aros de cobre a los cinco o siete años de edad. Es un proceso largo y doloroso. Su finalidad es meramente estética, aunque en Tailandia se ha convertido en una forma de reforzar su identidad cultural. Algunos cuentan que esta costumbre nació como una defensa contra el ataque de los tigres, que también temerían el brillo del cobre. No es cierto que pueden morir si se quitan los aros, pero sí necesitan rehabilitación para recuperar la fuerza de los músculos del cuello.

El alargamiento del cuello mediante anillos también lo practican las mujeres de la tribu karen, otra minoría étnica de Birmania. En su caso, la leyenda dice que, cuando su pueblos fue expulsado de lo que ahora es Tailandia, una princesa se colocó los aros al cuello y prometió que no se los quitaría hasta que recuperaran la tierra perdida. Desde entonces, todas las chicas nacidas en miércoles de luna llena, deberían seguir la tradición. El caso es que algunos han vuelto a sus tierras ancestrales, aunque en calidad de refugiados, que no sé si cuenta en estos casos.
La explotación turística de las "mujeres jirafa" es para algunos un mal menor que les sirve para vivir mejor que otros refugiados, para otros un intolerable abuso por parte de los tailandeses y los turistas del primer mundo. La respuesta no es fácil y, tras hablar con ellos, resultan incluso más difícil juzgar su situación.
Ellas, las únicas que hablan con el turista, parece que prefieren la indignidad y el limbo jurídico en Tailandia a la inseguridad en Birmania.

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