martes, 11 de noviembre de 2008

¿Cuando descubriste que la tierra es plana?

Ésta es la pregunta que Thoma L. Friedman realizaba a sus interlocutores mientras investigaba para su libro "La tierra es plana". En esta obra, el veterano periodista estadounidense expone los cambio geopolíticos, sociológicos y, sobre todo, tecnológicos que han llevado a la convergencia global de la economía, así como sus implicaciones sicológicas y políticas.

Yo ya entendía el concepto, pero no fue hasta hace poco que me encontré de bruces con un claro ejemplo de cómo se han desdibujado las fronteras entre los países. Compré un billete de avión en Bangkok para visitar a mi familia en España la próxima Navidad. Navegué en Internet desde la capital de Tailandia para buscar ofertas. Al encontrar el mejor precio disponible, pagué con una tarjeta de débito de un banco español.


El trayecto Bangkok-Málaga, con trasbordos en Amsterdam y Madrid, lo realizo a bordo de un avión de la aerolínea holandesa KLM. Desde Málaga hasta Bangkok, con escala en París, vuelo con Air France. Lo gracioso fue cuando consulté el comprobante de banco en Internet. El domicilio fiscal de la compañía que emitió los billetes se encuentra en Atlanta (EE.UU.). Efectivamente, donde se celebraron los Juegos Olímpicos de 1996.


La globalización o "la caída de las barreras y la convergencia global", como diría Friedman, me ha permitido comprar un billete desde Bangkok a una empresa de Estados Unidos para volar con dos aerolíneas de Holanda y Francia. Cómodamente sentado delante del portátil en mi cuarto-despacho.


Si queréis saber qué ha hecho posible esta transacción simultánea e internacional, incluso las desventajas de esta forma de progreso, leed el libro.





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