miércoles, 10 de febrero de 2010

Haciendo el payaso

"El santo eres tú, honrado payaso; te vi trabajar y comprendí que no sólo lo haces para dar pan a tus hijos, sino también para dar alegría a los de los otros" ("San Manuel Bueno, mártir", Miguel de Unamuno)
 
 



Si le dices a uno "he conocido a un payaso español que está dando la vuelta al mundo", la frase suena muy mal. Insultante. Pero a mí me ha ocurrido tal cual en Bangkok. Álvaro Neil abandonó hace más de cinco años la seguridad de un trabajo en una notaría de Madrid para embarcarse en una quijotesca aventura. Montado sobre su bicicleta "Karma", Álvaro ha pedaleado a lo largo de 56 países en Europa, África y Asia. En las paradas que realiza, ofrece espectáculos de payaso gratuitos para niños pobres. De ahí su sobrenombre: "El biciclown".
"Soy licenciado en Derecho, pero también me he formado como payaso y malabarista y actuaba en mis ratos libres durante mi trabajo en la notaría. Decidí abandonarlo todo para vivir una aventura. Pero no puedo concebir esta aventura sin el payaso. En los espectáculos trato de devolver todo lo que he recibido en el camino", me dijo Álvaro.
Mientras que muchos temen o luchan en los países desarrollados por su seguridad social, su pensión y su derecho a la prestación por desempleo, este asturiano de 42 años decidió renunciar a todo esto por un idea, un proyecto casi descabellado. Vive con unos 120 euros al mes. Come cuando puede y lo que haya disponible. Duerme en albergues, templos, casas de amigos o en su tienda de campaña. Durezas excesivas para algunos. Para Álvaro significa la ruptura de una maldición: la vida consumida en la monotonía laboral de lunes a viernes, los horarios y los jefes; las metas inútiles, medidas en glorias efímeras o en euros.
Como recompensa, Álvaro ha convivido con los más diversos pueblos, desde Marruecos hasta Angola, Senegal, Libia, Irán, Bután o Laos. "El tiempo y el espacio se ven de otra forma desde la bicicleta. También la gente te recibe con más hospitalidad que si llegaras en una flamante moto". El camino también está plagado de peligros: malaria, infernales desiertos o soldados oligofrénicos con alguna copa de más. Álvaro relata sus vivencias en la web biciclown.com.






"Ahora mi hogar es la bicicleta. En España no tengo donde volver, mi vida es la bicicleta". En él, se cumple punto por punto el famoso verso de Machado: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar". Aunque, en este caso, sobre dos ruedas.
Álvaro es el segundo aventurero español que me encuentro en Bangkok en los últimos tres meses. Curiosamente, ambos tenían la misma queja: el escaso respaldo de patrocinadores o en las embajadas. El biciclown ofrece charlas y seminarios de pago, cuya financiación lógica sería a través de las embajadas. Cuando no lo consigue se queda algo desengañado: "Tienen dinero para lo que quieren". Aunque a veces, sólo pide un poco de hospitalidad, "una cerveza fría o que me pregunten si he comido o tengo donde dormir". La pregunta es: ¿Tienen las embajadas la obligación moral de respaldar a aventureros como Álvaro?
El problema de escribir sobre El biciclown es que 'payaso' en español también tiene la acepción peyorativa de 'ridículo' o 'extravagante'. Estos dos adjetivos no son atribuibles a Álvaro, un tío coherente con sus ideales. Sin embargo, cuando miro mi contrato laboral, mis derechos y mis cuenta corriente; entonces sí pienso: ¡Estoy haciendo el 'payaso'!

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