El lunes 1 de diciembre de 2008 la luna sonreía sobre el cielo de Bangkok, tal como aparece en la foto de arriba. Una amiga tailandesa me dijo que era una señal propicia, el anuncio de que algo positivo pasó esa noche o en los días sucesivos. Yo no sé. Pasé ese día con los españoles extraviados por la ocupación de los aeropuertos de la capital a manos de los manifestaciones antigubernamentales. ¿Resultó algo positivo de mi experiencia? No lo sé. Para los turistas, sí, después de que el presidente Zapatero les enviase los aviones para rescatarlos. Pero ni el plan de repatriación ni la luna sonriente calmaron los ánimos encrespados. Un tipo con cara de perro llegó a dale un manotazo a mi cámara. "Te lo he dicho por quinta vez -espetó-, no quiero fotos". Pues, hijo, yo a ti era la primera vez que te veía. Por descontado, no tengo foto del energúmeno con cara de almorrana. Otros, cierto, se portaron mejor en incluso dieron las gracias.
Luego llegaron las peleas y discusiones porque la mayoría se empeñó en subir en el primer avión. Parecían escolares avalanzándose sobre columpios. ¡Yo primero! El momento más denigrante llegó cuando una embarazada tuvo que ceder su sitio a los que se empeñaron en subir a toda costa en el primer avión. Igual de eso, mitad desprobración mitad incredulidad, se reía al luna.
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