Los seguidores de la Alianza Popular para la Democracia (APD) tomaron la sede del Gobierno de Tailandia el pasado 26 de mayo para exigir la dimisión del primer ministro, Samak Sundaravej. El APD, que provocó el golpe de Estado contra el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, acusa al Ejecutivo de comprar votos en las aldeas rurales, donde, en su opinión, la población es "ignorante".
Los seguidores del APD -monárquicos, conservadores y de clase urbana media-alta- cuenta con apoyos entre los grupos de profesionales, el Ejército y los principales líderes sindicales. Los seguidores de la alianza visten con camisetas y pañuelos amarillos, el color de la monarquía, lo que les ha valido el favor del rey. Aunque claman contra la plutocracia y los intereses económicos de Samak y sus aliados, la propia APD también esconde una agenda económica con poco interés en la democracia o en mejorar la vida de los más necesitados.
"Esto es una revolución democrática", me dijo Prapansa Kamoipetch, un profesor retirado de 71 años y en sillas de rueda. No dudo de la convicción moral de los manifestantes. Pero la mayoría de ellos desconocen cual es el plan cuando consigan su objetivo. Y eso que llevan más de tres meses acampados frente al edificio de Naciones Unidas en Bangkok.
Algunos de los líderes de la alianza antigubernamental proponen un nuevo sistema político en el que sólo sean elegidos por sufragio universal el 30 por ciento de los parlamentarios. ¿Quién designa al resto? ¿El rey, el Ejército, la propia Alianza?
Otros abogan por un pacto nacional entre la clase política y un programa de educación en las zonas rurales para evitar que los políticos sin escrúpulos se aprovechen de la "ignorancia" de los aldeanos.
Prachya Sumsonthi, de 29 años, afirmó que sobre la clase política prevalece la "unión del pueblo tailandés" y se mostró contrario a los enfrentamientos con los seguidores del Gobierno, como ocurrió el 1 de septiembre. Una persona murió y 40 resultaron heridas.
El primer ministro declaró el estado de excepción en Bangkok, lo que no ha servido para dispersar a los manifestantes y tampoco se ha notado apenas en la vida cotidiana de sus habitantes.
Tailandia se encuentra en una encrucijada. Los que ganan las elecciones se enriquecen ilícitamente y los que buscan la ética política huelen a dictadura. Tailandia es un país con una economía dinámica y una amplia clase media en los centros urbanos. Su crecimiento ha sido notable en los últimos años. Sin embargo, la buena marcha económica peligra sin un mínimo de justicia social y respeto a las instituciones políticas. Por no contar los efectos negativos sobre el turismo, uno de los principales sectores de Tailandia.
Confío en que la actual crisis desemboque en el fracaso de la democracia en Tailandia.
2 comentarios:
Hola!:
He seguido tu enlace para ver tu blog.
Lo dicho, estarás super entretenido...sabía algo del tema pero no demasiado...A principios de la semana pasada, cuando se declaró el estado de emergencia, salió algo en los telediarios españoles, pero poca cosa.
Ahora, con tu blog, estaremos mejor informados. :-) No dejes de actualizar!
Cuídate.
Un beso.
bienvenida a mi humilde blog. No te preocupes, actualizaré periódicamente. Aunque no sé si será aburrido tanta manifestación. ¡Llevan tres meses de manifestaciones!
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