miércoles, 8 de octubre de 2008

Los prostíbulos del barrio Padre Burgos

El padre José Apolonio Burgos y García (1837-1872) fue un sacerdote filipino-español ajusticiado por las autoridades coloniales por el garrote vil, tras ser encontrado culpable de sedición en un juicio sumarísimo, en el que sus propios abogados le traicionaron. Considerado uno de los adalides de la lucha contra los colonizadores españoles, ahora da nombre al barrio rojo de Manila.

autor: panoramio

vista aerea calle Burgos

El "barrio rojo" más conocido de Manila se encuentra en la calle Padre Burgos, en el distrito de Makati. Prostíbulos o bares de mujeres alegres, billares, locales de striptease o boxeo de bellezas son las atracciones que ofrece esta calle y las adyacentes. Todo el mundo conoce Burgos en Manila. Es el lugar más apropiado para terminar las noches de borracheras, sin tener que hacer uso de ningún servicio carnal, porque los bares cierran más tarde. Por descontado, también se trata del lugar favorito de los turistas sexuales.

Encuentro un misterio que los lugares donde se practica la profesión más antigua del mundo vayan a caer en lugares con nombres sagrados. En mi pueblo, Lucena (España), la más antigua y tradicional "calle de las putas" se encontraba en la calle Fuensanta. Y el prostíbulo por antonomasia en Lucena se llama "Los Santos". No creo que los "empresarios" que regentan estos negocios hayan elegido el nombre, pero la casualidad no deja de sorprender. Muy desgraciadamente para la Iglesia y los creyentes, claro.

A uno de esos bares de Burgos fuimos mi amiga Chai, Javi, Luis y yo para asistir a un combate de chicas en los que usan guantes gigantes y visten bikines en miniatura. No preguntéis por qué no fuimos al parque o a un museo para entretenernos. Eran cerca de las tres de la mañana y a esa hora los pasatiempos escasean en Manila.

Nada más sentarnos, una chica comenzó a hacerme un masage en la espalda. Le dije que no me apetecía tanto manoseo y, por educación, entablé una conversación con ella. "Trabajo aquí para enviar dinero a mi familia", me dijo la chica, morena de piel y con labios prominentes. Me contó que en su pueblo, en provincias, el trabajo escasea y que en Makati puede ganar más dinero. Pare ellos, los tiempos de crisis son eternos.

Nos tomamos una copa de ginebra que nos cobraron al excesivo precio de 400 pesos (8 dólares o 6 euros). Carajo, tenia que haberme pedido un ron, seguro que es algo más barato. En los mercados del sexo siempre se exeden con los precios, no tienen consideración por los mirones. Encima nos fuimos sin ver el espectáculo porque nos cansamos de esperar.

Resulta difícil de explicar, pero la prostitución es menos soez y siniestra en Burgos. Uno se imagina un submundo de drogas y violencia, cuando muchos extranjeros recién llegados apenas se cercioran de que están en uno de esos "barrios rojos", hasta que una joven le hace proposiciones indecentes de pago. Las chicas no abandonan la sonrisa, no sé si con una mueca postiza o porque saben que algunos expatriados son muy generosos o no controlan el valor del peso filipino.

La prostitución, como la política, la gastronomía o los modales, se observa bajo el prisma de la cultura. Fijaros lo que le pasó al primer ministro de Australia, Kevin Rudd, cuando le pillaron en un local de striptease en Nueva York en 2003, cuando todavía era un aspirante a líder. El político respondió que el garito no le parecía distinto de cualquier bar australiano. Parece que en el país de los canguros los espectáculos de bailes del desnudo están más extendidos. ¿Quién sabe?